Ingredientes
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400 gr de rovellones
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1 diente de ajo
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1 ramillete de perejil fresco
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Ajo y perejil
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1 chorrito de aceite de oliva
Introducción
Aunque cada vez es más frecuente poder consumir todo tipo de productos durante todo el año, es en otoño cuando llega la temporada de setas y podemos disfrutarlas a buen precio y en su punto. Los níscalos o rovellones son una de nuestras setas favoritas, por su delicioso sabor, y se suelen encontrar en zonas donde hay abundancia de pinos.
Hay que resaltar que se oxidan rápidamente, a las pocas horas de su recolección, y eso provoca que la zona de las esporas se oscurezca, pero siguen estando buenos (si están ya negros o pasados desechadlos, claro). Otra curiosidad es que hay un colorante presente en su composición que se elimina por la orina, así que tranquilos… es normal :).
Hoy os traemos un recetón que se hace en un periquete y que está de cine… como entrante, guarnición… un 10. ¡Vamos allá!
Preparación:
- Empezamos poniendo el horno a máxima temperatura, con el grill arriba encendido. Mientras toma calor, limpiamos los níscalos con cuidado (es mejor hacerlo con un paño, pero si vemos que tienen mucha tierra, los pasaremos rápidamente por agua y sacudiremos para que no se llenen de humedad. Secamos y reservamos).
- Cortamos el pie de los níscalos y los colocamos extendidos en una cazuela de barro. La zona de las esporas, donde hemos cortado los pies, debe estar hacia arriba, es importante para que no se sequen los rovellones. Ponemos sal y pimienta, ponemos un chorrito de aceite por encima, y los llevamos al horno durante 4 minutos.
- En ese tiempo, picamos el ajo y el perejil y los majamos en un mortero con un poco de aceite de oliva. Colamos y reservamos el aceite.
- Sacamos los níscalos del horno y los pintamos con el aceite aromatizado… Los llevamos a la mesa, ¡y a disfrutar! Están crujientes y tiernos, una auténtica delicia.
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